YA ES SEMANA SANTA

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miércoles, 27 de marzo de 2024

CITA DEL EVANGELIO

Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?». Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. 


Se nos invita a ahondar en la traición de Judas, comienza su pasión con un hecho muy doloroso, con la traición de uno de los suyos, con la infidelidad y deslealtad de uno de sus amigos, con la falsedad de uno del grupo de sus íntimos, con la traición de un discípulo. Cuando el Señor anticipa lo que pronto va a pasar: “uno de vosotros me va a entregar”, nos cuenta el pasaje que los discípulos se entristecieron y se pusieron a preguntarle uno tras otro: “¿Soy yo acaso, Señor?”

Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?». Él respondió: «Tú lo has dicho».


Que menos que traer a nuestra oración esta pregunta, detenernos en nuestra oración en nuestras caídas, cuando sucumbimos al pecado, cuando ofendemos al Señor y nos alejamos de Él, cuando se apodera de nosotros la tristeza por nuestras faltas de amor y entrega. Pero no debemos quedarnos ahondando solo en nuestra caída, tenemos que dejarnos levantar y reiniciar de nuevo nuestro seguimiento, no quedarnos hundidos en la miseria, sí, llorar nuestros pecados, entregárselos a quien puede sanarnos con su gracia, permitirle que nos cure y experimentar su perdón.

martes, 26 de marzo de 2024

LUNES ,MARTES Y MIERCOLES DE LA S, SANTA

MIERCOLES

“ ¿Soy yo acaso, Maestro? ”


según san Mateo 26, 14-25 

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?». 

Judas ni siquiera pone precio. El precio lo ponen los compradores. Jesús en el mercado vale muy poco. Y sin embargo nosotros para él valemos mucho. “No nos ha comprado con oro ni plata sino con su preciosa sangre”. (I Pedro 1,19)

Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. 

El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». 

Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». 

Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. 

Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». 

A pesar de ir en contra de “su grupo” lo pusieron. Es cierto que el “colegio apostólico” quedó manchado con ese pecado de traición, pero no quisieron ocultarlo ni taparlo. Que sirva de ejemplo para las comunidades cristianas posteriores. Una lección que nos está dando el Papa Francisco todos los días. Dentro de la Iglesia hay traidores que venden a Jesús a precio de dinero, de poder o de búsqueda de privilegios o dignidades.

Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?». 

Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. 

El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!».

Dios nos ha hecho libres y sabía bien a qué se arriesgaba. Y, sin embargo, prefirió ir a la cruz, antes de cercenar nuestra libertad. Si tanto valora Dios nuestra libertad que nos deja libres para hacer el mal, ¿hemos pensado en la alegría que podemos dar a Dios haciendo el bien libremente, 

Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?». Él respondió: «Tú lo has dicho».


Este miércoles santo quiero pensar en la traición de Judas. Y me horroriza lo que dice el evangelio: “Uno de los doce”. Uno que había comido y bebido contigo tantas veces. Uno que había escuchado de tus labios las palabras más dulces, más bondadosas, más misericordiosas. Y ahora te vende y te traiciona tan mezquinamente. Me pongo a temblar al pensar que también yo, a pesar de ser discípulo tuyo toda la vida, puedo acabar mal. ¡No lo permitas, Señor!

MARTES SANTO

“ Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? ”



san Juan 13, 21-33. 36-38 

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». 

Es impresionante la reacción de Jesús ante la traición de un discípulo: “Se turbó”. Y no es para menos. Jesús tuvo con Judas gestos de especial cercanía. Le ha lavado los pies como a los demás y se los ha secado. En la cena le ha dado el bocado “untado en salsa”, signo de una amistad íntima.

Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. 

Si el nombre para un judío expresa la esencia de la persona, el verdadero nombre de este discípulo ya no puede ser Juan sino “el discípulo que Jesús tanto quería”. Eso es lo verdaderamente importante que ha ocurrido en su vida

Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?». 

Desde ahora se llamará “el discípulo amado”. Nos preguntamos, ¿se puede subsanar una traición? Sí, a base de amor. Y el amor desbordante de este discípulo va a compensar con creces la ingratitud del “traidor”

Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. 

Entonces Jesús le dijo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». 

Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.

 Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. 

Cuando salió, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. 

Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”». 

Lo importante es lo que todavía podemos ser. Me emocionan estas palabras de Jesús: “Hijos míos qué poco me queda de estar con vosotros”. Nunca ha llamado a los discípulos hijos. Y el evangelista que ha sido testigo ocular, dice “hijitos”

Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿adónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde». 

Como la triple negación de Pedro va a quedar enterrada y olvidada por la triple profesión de fe. Para Jesús poco importa lo que hayamos sido.

Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti». 

Jesús le contestó: «¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».



Señor, acabo de leer el evangelio que va a ser objeto de mi oración hoy. Hay cosas tan tiernas, tan hermosas y, al mismo tiempo, tan duras, tan dolorosas, que necesito que me envíes el Espíritu Santo para que me ilumine y esto que leo, pura letra, se convierta en mí en experiencia de vida. No quiero hacer del amor una bonita teoría. Quiero hacer de mi amor el fundamento de mi vida.

 LUNES SANTO

“ María, unge los pies de Jesús ”





según san Juan 12, 1-11 

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. 

María unge los pies de Jesús y los seca con sus cabellos, porque cree que es lo que debe hacer. Es una acción tintada de espléndida magnanimidad: lo hizo «tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro» (Jn 12,3). 

Es un acto de amor y, como todo acto de amor, difícil de entender por aquellos que no lo comparten. Creo que, a partir de aquel momento, María entendió lo que siglos más tarde escribiría san Agustín: «Quizá en esta tierra los pies del Señor todavía están necesitados.

María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. 

La protesta de Judas no tiene ninguna utilidad, sólo le lleva a la traición. La acción de María la lleva a amar más a su Señor y, como consecuencia, a amar más a los “pies” de Cristo que hay en este mundo.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?». 

Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando. 

Nuevamente, a propósito de otro hecho, se repite la reflexión: no es cierto que, como suponemos, si hubiésemos conocido a Jesús habríamos cambiado de vida.

Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis». 

Y no lo hacemos hoy sólo porque no hemos sido tan privilegiados como quienes lo vieron y convivieron con Él en Palestina hace veinte siglos. En este texto se demuestra que hubo muchas personas a quienes, más a Jesús, les interesaba encontrar pruebas para acusarlo, porque les daba vueltas sus esquemas en los que intentaban atrapar a Dios por medio de mandatos injustificados y ritos hipócritas. “…fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro”

Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. 

Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.


Esto nos lleva a preguntar: nuestros esfuerzos por ser cristianos, ¿son por seguir a Jesús o hay de fondo otros beneficios que se buscan con ello? 
¿Cuál es el perfume que tenemos nosotros, el que con tantos esfuerzos hemos conseguido, el que nos ha costado sudor y sangre conseguirlo y que Cristo está deseoso de que lo derramemos en sus pies?

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». 

 Los discípulos se miraron unos a otros perplejos. por no saber de quién lo decía.

 Juan le preguntó: «Señor, ¿quién es?». 




El pasaje evangélico de hoy nos habla de la traición, y en este caso , una de las más dolorosas, el Señor es prudente pero le hace saber a Judas que sabe lo que va a realizar: “uno de vosotros me va a entregar”. Judas era uno de los Doce, uno de los Apóstoles escogidos por Jesús, pertenecía al grupo de sus colaboradores más cercanos… ¿Por qué pues traicionó al Señor? Que causas llevaron a Judas para entregar al Señor, ¿Cual fue la causa de dicha reacción? No obstante, Jesús trató a Judas como un amigo. Hasta en el momento de la entrega, así le llamó: amigo.

Una cosa que me llama la atención es que Jesús nunca le dice “traidor”; dice que será traicionado, pero no le dice a él “traidor”. Nunca dice: “Vete, traidor”. ¡Nunca! Es más, le llama: “Amigo”, y lo besa. […] el diablo entró en Judas, fue el diablo quien lo llevó a este punto.



«Donde yo voy no podéis venir vosotros». Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿adónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde». Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti». 38Jesús le contestó: «¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.


También se nos presenta el dialogo con Pedro, -otro tipo de traición, arrogancia, presunción, debilidad…- los buenos deseos del que será el primer Papa de dar su vida por Jesús y como el Señor le aventuro que iba a ser probado, que experimentaría su fragilidad, debilidad…El canto del gallo y, sobre todo, la mirada de Jesús lo hicieron tomar conciencia de su traición, fue necesario que experimentara y llorase su pecado – lloró amargamente- ya no será el mismo, su bravuconería ha sido humillada, ha probado su medicina, ha visto sus miedos, negaciones, “no lo conozco”… ya no se fía de sus fuerzas, ahora puede ser sanado de su miedo, de su cobardía y negaciones… ya no se apoyara en si mismo, se sabe necesitado, débil, pequeño y necesitado de la ayuda del Señor. El llanto amargo de Pedro nos habla de la gravedad del pecado, pero también nos habla de la necesidad de mirar a Cristo, de dejarnos amar y perdonar por Él.

UNO DE VOSOTROS ME VA A ENTREGAR

santo Evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38

 En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: “Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?”. 



Con el Evangelio que meditamos hoy, Jesús nos quiere preparar para que vivamos los días que nos quedan de esta Semana Santa de una forma más intensa y en primera persona. Nos encontramos en el momento más crucial de Jesús con sus discípulos -su último momento juntos-.

 Después de estar tres años con Él, sus discípulos se han acostumbrado a verlo; han vencido dificultades juntos, se han divertido, han visto los milagros, pero en este último momento, están solos con el Maestro. Éste es el momento donde entramos cada uno de nosotros en el Evangelio. En él nos vemos reflejados todos sin excepción. 

 En primer lugar, ¿quién no ha rechazado a Cristo y lo ha vendido por obtener un “bien aparente”? Judas Iscariote siempre aparece como el villano de la película, pero nosotros también tenemos un papel en él. Cuando nos dejamos llevar por el mal, entran las tinieblas en nosotros, nuestros ojos no brillan igual, buscamos escondernos de Dios, vemos nuestra desnudez y queriendo cubrirla nos sentimos más vacíos. Pero lo peor no es esto, lo peor es que no se dejó perdonar juzgándose él mismo. 

 La segunda actitud que encontramos es la del héroe. ¿Quién más que Juan acompañó al Señor hasta su muerte? Esta actitud de valentía Juan no la logró solo, únicamente pudo acompañar al Maestro hasta el final porque confió en Dios y le fue dada la gracia. Por sus propias fuerzas era imposible que se hubiera mantenido al pie de la cruz con el temor a que fuera él el próximo crucificado. La verdadera actitud heroica en este caso es el amar y sentirse amado, ése es el motor del apóstol.

 La tercera actitud es la actitud de la emoción. Pedro precipitadamente le dice a Jesús que lo seguirá donde sea. Jesús, conociendo el corazón de Pedro, sabía que lo iba a negar, que se iba a equivocar, pero Pedro seguía insistiendo que no. Llegada la hora, Jesús tuvo razón. La traición de Judas y la de Pedro fueron exactamente iguales de dolorosas para Jesús. ¿Dónde está la diferencia? Pedro se dejó perdonar, y su emoción repentina se transformó en fuerza para cambiar de vida. De ahora en adelante el centro de su vida sería Jesús, aquel hombre que lo perdonó ya resucitado. 



 El encuentro personal con Jesús no nos puede dejar indiferentes, del encuentro brota la gratitud del que se siente amado y perdonado y de la gratitud brota el compromiso ¿Qué voy a hacer ahora que Cristo se cruzó en mi vida?

¡Señor, dame un corazón agradecido que pueda amarte a pesar de mis muchos errores.

lunes, 25 de marzo de 2024

CITAS DEL EVANGELIO

  María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera.



El Señor se deja querer, acepta la unción, el Señor la une a la unción de su sepultura, como anticipo de que va a ser torturado, muerto y sepultado, una unción para el servicio, una unción para dar la vida, una unción para una entrega total por amor.

La cena de Betania es preludio de la muerte de Jesús, bajo el signo de la unción que María hizo en honor del Maestro y que él aceptó en previsión de su sepultura. 

Pero también es anuncio de la resurrección, mediante la presencia misma del resucitado Lázaro, testimonio elocuente del poder de Cristo sobre la muerte. Además de su profundo significado pascual, la narración de la cena de Betania encierra una emotiva resonancia, llena de afecto y devoción; una mezcla de alegría y de dolor: alegría de fiesta por la visita de Jesús y de sus discípulos, por la resurrección de Lázaro, por la Pascua ya cercana; y amargura profunda porque esa Pascua podía ser la última, como hacían temer las tramas de los judíos, que querían la muerte de Jesús, y las amenazas contra el mismo Lázaro, cuya muerte se proyectaba.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando. Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».

Lla tacañería de Judas Iscariote. 

Son los dos tipos de seguimiento: María y Judas. El amor dilató el corazón de una, la mezquindad cerró de par en par el corazón del otro.

La protesta de Judas no tiene ninguna utilidad, sólo le lleva a la traición. La acción de María la lleva a amar más a su Señor y, como consecuencia, a amar más a los “pies” de Cristo que hay en este mundo.

LA HORA DE LA PASCUA

  santo Evangelio según san Juan (12,1-11): 

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.


El Evangelio de hoy nos presenta la unción de los pies de Ntro. Señor por María, la hermana de Lazaro,

En Betania, seis días antes de la Pascua, en casa de sus amigos, se anticipa la muerte de Jesús con el gesto de María que en vez de guardase el perfume para el día del enterramiento del Señor, lo acaba derramándolo sobre los pies del Maestro. 

el Señor se deja querer, acepta la unción, el Señor la une a la unción de su sepultura, como anticipo de que va a ser torturado, muerto y sepultado, una unción para el servicio, una unción para dar la vida, una unción para una entrega total por amor.

Jesús ha quedado marcado ya para la muerte, del mismo modo que el cordero es marcado para ser llevado al matadero. 

El juicio ha sido ya ejecutado: ya solo es cuestión de días. Y en esta hora aparece Maria con su silencioso gesto de amor, de adoración, sin cálculo ni medida: un perfume sumamente caro que llenó toda la casa con su fragancia, imagen de lo que tiene que ser el verdadero seguidor de Jesús. 

Pero a la donación total sin limites se contrapone la tacañería de Judas Iscariote. Son los dos tipos de seguimiento: María y Judas. El amor dilató el corazón de una, la mezquindad cerró de par en par el corazón del otro. 

 La hora de Betania, es sin duda, la hora donde flota ya en el aire el perfume de la Pascua.



En nuestro bautismo somos ungidos con el santo Crisma para ser olor de Cristo. Para irradiar al Señor con nuestra vida, para mostrar su acción en nosotros, para interrogar con el estilo de vida del Evangelio, para configurarnos cada vez más con Él. Ser olor de Cristo. Llevar su presencia siempre. Vivir en Él. ¡Que dicha más grande! Llamados a ofrecernos y entregarnos lo que somos y lo que hemos recibido, todo de Él, todo para Él y todo con Él.

COLORES LITURGICOS DE SEMANA SANTA


Los colores litúrgicos son aquellos pigmentos específicos que se utilizan para la liturgia cristiana. Son un modo de establecer una conexión "más visual" con el tiempo litúrgico, o bien, con el tipo de evento o celebración a la que asistimos. No obstante, es necesario resaltar que la elección de cada color no es algo fruto del azar, puesto que cada uno de ellos tiene un significado especial.

 Fue el Papa Inocencio III, allá por el siglo XIII, el primer pontífice en "hacer oficial" la asociación de determinados colores a los tiempos litúrgicos. Por aquel entonces, eran cuatro: verde, rojo, negro y blanco.

 Posteriormente, durante el pontificado de Pío V, en torno a 1570, se incorporaron el rosa y el púrpura. Pero también el dorado y el plateado, reservados ambos para las ocasiones más especiales. Además, en España, contamos el privilegio de usar el color azul, que simboliza la pureza y la virginidad, sólo exclusivamente en la fiesta de la Inmaculada Concepción​ y para fiesta marianas donde la Conferencia Episcopal lo autorice. En esta ocasión, nos vamos a centrar, exclusivamente, en los colores del tiempo litúrgico en el que nos encontramos, la Semana Santa. 
En esta época, son tres los colores principales a usar: morado (o púrpura), rojo, blanco y dorado (estos dos últimos de forma conjunta).

 Morado.
 El color púrpura simboliza preparación espiritual y penitencia. Se utiliza los días de Lunes Santo, Martes Santo y Miércoles Santo. Teniendo en cuenta que se asocia con el luto, invita al recogimiento, la reflexión y el arrepentimiento. Es una llamada a la preparación para la Pascua que está por llegar. 

Rojo. 
Este color simboliza la sangre y la fuerza del Espíritu Santo. Se refiere a la virtud del amor de Dios. Es usado principalmente en las fiestas de la Pasión del Señor como el Domingo de Ramos y el Viernes Santo. 




Blanco y/o dorado. 

Este color, el blanco representa a Dios. Simboliza la alegría, pureza, tiempo de júbilo y la paz. Normalmente, el dorado se utiliza en las celebraciones más importantes del año, en este caso, la Vigilia de la Pascua de Resurrección. También el blanco es el color del Domingo de Pascua y el de Jueves Santo, por la tradición de celebrar este día la Misa Crismal en la que se bendicen los óleos que se utilizan durante todo el año. 




Una vez que concluye la Semana Santa, el blanco será el color para el Tiempo de Pascua, hasta que lleguemos, cincuenta días más tarde, a la celebración de Pentecostés. Entonces, regresará el color rojo, símbolo del fuego del Espíritu Santo que inunda el corazón de los apóstoles y todos los que hemos recibido la confirmación.





domingo, 24 de marzo de 2024

IGLESIA DE BETFAGÉ,

 Entre Betania y Jerusalén, sobre la cima del Monte de los Olivos, se encuentra Betfagé. El nombre de esta ciudad significa “Casa de los higos verdes”, probablemente aludiendo al pasaje en el que Jesús, saliendo de Betania, maldice la higuera que no da frutos (Marcos 11, 12-14).




Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al Monte de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles: "Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida  una borrica atada con su pollino,desatadlo y traédmelo.




1. Santuario y convento franciscano de Betfagé.
Hoy en Betfagé encontramos una sencilla iglesia custodiada por los franciscanos donde se recuerda este pasaje. 


La Iglesia de Betfagé que significa "casa de la brevas",1​ es una iglesia franciscana ubicada en el Monte de los Olivos en Jerusalén. 




Contiene una piedra que tradicionalmente fue identificada como la que Jesús habría usado para montar un asno que le sirvió como transporte en el inicio de su procesión a Jerusalén. 





Fue construida en 1883 y remodelada en 1955 por el prominente Arquitecto Antonio Barluzzi. En su interior se resguardan evidencias de la milenaria tradición que corroboran la autenticidad del lugar: una piedra del siglo IV y frescos que corresponden al siglo XII, época de los cruzados. 

En el interior de la Iglesia se encuentra esta obra pictórica realizada por el artista italiano C. Vagarini en los años 1954-55, representando la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén.









 En la parte izquierda vista desde el frente nos podemos fijar en una mujer “velada o cubierta con un velo”, representa la otra parte de Israel… que no reconoce a Jesús como el MESÍAS SALVADOR, viven cubiertos de sus ojos espirituales y no dan ese paso para reconocerlo… prefieren incluso “esconderse” detrás de ese velo… Es un cuadro que nos invita una reflexión más profunda. Unidos en Oración de Esperanza.







Betfagé, aquí comienza la Semana Santa en Jerusalén









VERDADERAMENTE ES EL HIJO DE DIOS

PASION DEL SEÑOR SEGUN SAN MARCOS



El evangelista tiene mucho cuidado en poner estas palabras en labios de un centurión romano, que atónito, había asistido a una más de entre tantas ejecuciones que le debería tocar presenciar en función de su estancia en un país extranjero y sometido.

 No debe ser fácil preguntarse qué debió ver en Aquel rostro -a duras penas humano- como para emitir semejante expresión. De una manera u otra debió descubrir un rostro inocente, alguien abandonado y quizá traicionado, a merced de intereses particulares; o quizá alguien que era objeto de una injusticia en medio de una sociedad no muy justa; alguien que calla, soporta e, incluso, misteriosamente acepta todo lo que se le está viniendo encima. 

Quizá, incluso, podría llegar a sentirse colaborando en una injusticia ante la cual él no mueve ni un dedo por impedirla, como tantos otros se lavan las manos ante los problemas de los demás.

La imagen de aquel centurión romano es la imagen de la Humanidad que contempla. Es, al mismo tiempo, la profesión de fe de un pagano. Jesús muere solo, inocente, golpeado, abandonado y confiado a la vez, con un sentido profundo de su misión, con los "restos de amor" que los golpes le han dejado en su cuerpo.




Entra aclamado por las calles sobre un burrito y, viendo a todo aquel que le rodeaba, pudo haber pensado en los duros insultos de ese Viernes Santo… callado como manso cordero seguirá caminando debajo de una cruz que le recordará el peso de nuestros pecados. 

 Sigue avanzando y llega el momento en que ve levantarse el templo de Jerusalén; pudo haber visto en su imaginación la tarde en la que sería levantado sobre la cruz. 

 Este domingo, este Evangelio nos prepara para esta Semana Santa. Nos pone a dar un ágil vistazo sobre los sucesos que han cambiado el rumbo de la humanidad, han cambiado cada una de nuestras vidas y sostendrán todas nuestras esperanzas.

DOMINGO DE RAMOS

DOMINGO DE RAMOS, DÍA IMPORTANTE



Para los católicos, el Domingo de Ramos es el ultimo domingo de la Cuaresma.
Recordamos la entrada de Jesús en Jerusalén.

La Biblia menciona que cuando Jesús llegó a Jerusalén, la ciudad más importante, para celebrar la Pascua,
 Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó.



Había mucha gente (niños y adultos), algunos habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas, lo esperaban para recibirlo como un rey, le cantaban cánticos y salmos, y lo alababan con palmas en las manos.
La gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso.
 Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”. (Hosanna significa “¡viva!”).



En un principio, la iglesia católica llamó a este domingo el Segundo Domingo de la Pasión.
 En 1970 la designación formal fue cambiada. Junto a este cambio, también se decidió que la semana anterior a que fuera Pascua fue denominada como la Semana de la Pasión (antes llamada "Semana Santa" oficialmente, y todavía designada así por el público en general).
 De ahí que a veces podamos ver que se refieren a ella como la Semana de Pasión, pero es lo mismo, denominaciones a parte la Semana Santa se celebra desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección.

SEMANA SANTA UNOS DÍAS MUY IMPORTANTES








En estos días de Semana Santa,l os cristianos recordamos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, se decir, sus últimos días, horas y minutos vividos en Jerusalen.





Es un periodo de gran intensidad litúrgica

.+Comienza el Domingo de Ramos y termina el Sabado Santo, aunque en muchos lugares empieza el viernes anterior -viernes de Dolores- terminando el Domingo de Resurección o Domingo de Gloria.





En este siglo donde se cambia lo trascendental por lo superficial, donde la secularización e indiferencia nos rodea por todos los lados, estos días de la Semana Santa nos ofrece la verdad de Dios encarnado en Cristo.
Es nuestra responsabilidad pensar, sentir y actuar como cristianos siguiendo en estos días las huellas de Jesús en su Pasión

sábado, 23 de marzo de 2024

AQUEL DIA DECIDIERON DARLE MUERTE

santo evangelio según san Juan 11, 45-57 

 En aquel tiempo,muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación». 


Para terminar esta quinta semana del Tiempo de Cuaresma y dar paso a la Semana Santa, el Evangelio según San Juan nos trae un relato que se ubica justo después de la narración del séptimo y último signo o señal (o milagro) que hace Jesús: la resurrección de Lázaro.

Dos reacciones se producen entre los judíos ante ese milagro o signo: muchos creen en Jesús (Jn 11,45), pero otros van a denunciarlo ante el Sanedrín (Jn 11, 46); la reunión de este Consejo de los judíos será clave, pues en él ellos deciden la muerte del Señor; los miembros de esta Junta Suprema no saben cómo reaccionar: “¿Qué hacemos?”, se preguntan, además muestran su ceguera total, ya que se dan cuenta de que Jesús hace muchos signos, pero no creen en Él. 

En medio de la discusión el Sumo Sacerdote de ese año, llamado Caifás, pone fin a la discusión con una sentencia, de por si inmoral, pero que para San Juan es una profecía: Jesús debe morir por el pueblo, para salvar a la nación de los romanos.

 El evangelista San Juan ve aquí el sentido profundo y verdadero de la muerte del Señor, Él muere porque se sacrifica y su sacrifico es redentor, y no sólo por el pueblo judío, sino que por el mundo entero.
 En medio de este ambiente hostil, Jesús se ocultó en un pueblo cercano, para esperar la fiesta de la Pascua que estaba próxima. San Juan narrará, luego, la vuelta del Señor a Jerusalén, dando término así a la primera parte del evangelio llamada “Libro de los Signos” para dar paso al “Libro de la Gloria”, la segunda parte del evangelio, que narra la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.



¿Cómo ha sido la vivencia de la Cuaresma para mí este año? ¿Los judíos no creyeron en Jesús, creo con todo mi corazón en Él? ¿Cómo voy a vivir la Semana Santa que ya comienza?

TIEMPO LITURGICO DE SEMANA SANTA

TERMINAEL TIEMPO DE CUARESMA Y EMPIEZA.........

TIEMPO DE  SEMANA SANTA

 Si se puede hablar a lo largo del Año litúrgico de un tiempo de gran riqueza litúrgica ese tiempo es sin duda la Semana Santa. Domingo de Ramos, Oficios del Jueves y Viernes Santos y la Vigilia Pascual son momentos cumbres del año litúrgico. 



 La actual Liturgia de la Semana Santa se inicia a partir de los años 1951 y 1955 siendo papa Pío XII que reforma primero la Vigila Pascual y posteriormente toda la Semana Santa. 

El Concilio Vaticano II, en la Sacrosantum Concilium la culmina con la posterior publicación del Misal romano de 1969. Ya quedaron atrás el uso del Tenebrario para iluminar tenuemente el templo e ir apagando todas sus velas excepto una en el suprimido Oficio de Tiniebas y en el cual los fieles tocaban sus carracas, o el enorme desarrollo de los llamados “monumentos”, arquitecturas efímeras para albergar la reserva del Santísimo que hoy sigue su costumbre pero de forma más discreta. 

 Hasta las reformas citadas se consideraba al Sábado Santo como día de Gloria (sábado de Gloria) ya que la Vigilia pascual se celebraba por la mañana. 



 Comienza la Semana Santa con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (que ese es su actual nombre aunque errónea e indebidamente se le siga llamado Domingo de Pasión al anterior al de Ramos). 

El Domingo de Ramos, en todas las Misas, es obligatorio hacer conmemoración de la Entrada del Señor en Jerusalén, que puede realizarse con una procesión, con entrada solemne o con entrada simple, según las circunstancias de cada momento y lugar. Las palmas y los ramos, que son signos populares de victoria, manifiestan que la muerte en la Cruz es signo de victoria. 

Los fieles han de tener los ramos en las manos antes de la celebración ya que la distribución de los ramos ha sido suprimida.

 Ese día los celebrantes usan el color rojo que apunta a la muerte del Mártir y a su posterior Victoria uniendo así la Entrada de Jesús con su muerte y resurrección. 

 Acabada la procesión se dice inmediatamente la oración colecta, suprimiéndose pues los ritos iniciales. Asimismo se debe leer la Pasión, por lo menos en su forma abreviada. Se leerá el relato de la Pasión según el evangelista del año que toque (Mateo, Marcos o Lucas ya que el relato de Juan se reserva siempre para el Viernes Santo) y ya desde antiguo se adoptó la costumbre de actuar tres lectores distintos: el que hace de Jesús (reservado al celebrante), otro narrador y un tercero que personifica al resto de los demás interlocutores, costumbre que debe mantenerse cuando sea posible. 


 En la mañana del Jueves Santo se celebra por el obispo la llamada “Misa Crismal” en la cual se bendicen los Santos Oleos que se usarán durante el año. Es una Misa a la cual están especialmente llamados los sacerdotes, que en la misma renovaran sus promesas sacerdotales. 



 El Triduo Pascual, que comienza con la Misa “in coena Domine” y termina en la Vigilia Pascual, es el ápice de la Liturgia que estallará en la celebración del domingo pascual. 




 El Triduo Pascual comienza con la misa vespertina del Jueves Santo en la Cena del Señor (dando por finalizado el período cuaresmal precedente) tiene como característico el rito del Lavatorio de los pies tras la Liturgia de la Palabra y la reserva del Santísimo para la comunión del día siguiente ya que el Viernes Santo no se celebra la Misa ni se consagra. Al final de la Misa se omite el rito de despedida y la bendición y se hace el traslado del Santísimo Sacramento. Se despoja el Altar sin ninguna ceremonia y si es posible se retiran las cruces de la iglesia o en su defecto se velan.



 El Viernes Santo, primer día del Triduo Pascual, Pascua de Cristo crucificado es un día alitúrgico puesto que es un día en que la Iglesia no celebra la Eucaristía (al igual que el Sábado Santo) aunque si se reparte el Cuerpo de Cristo (novedad introducida con la reforma), se lee la Pasión de Jesús según el evangelio de Juan, a ser posible dialogada, y se hace la adoración de la Cruz. La oración de los fieles tiene ese día una especial importancia. El color litúrgico que corresponde es el rojo. 

 El Sábado Santo, segundo día del Triduo, Cristo en el sepulcro, es también un día alitúrgico en el cual no hay ninguna celebración sacramental prevista. 



 En la Vigilia Pascual, que comienza con la Liturgia del Lucernario, bendición del fuego y posterior Pregón pascual prosigue con la Liturgia de la Palabra con nueve lecturas incluyendo los salmos, en las cuales al acabar las pertenecientes al Antiguo Testamento se canta el Gloria, se encienden las luces del templo que hasta ese momento ha permanecido a oscuras y se adorna el Altar con luces y flores para seguir con la Liturgia bautismal en la que se pueden bautizar a los catecúmenos y renovar las promesas bautismales.



 En la procesión hacia el baptisterio se entonan las letanías de los santos. Terminada la Liturgia bautismal se continúa con la liturgia eucarística en la forma acostumbrada. Las vestiduras son blancas. Históricamente se comenzó celebrando solamente la Vigilia Pascual y de ahí se pasa en el S. IV a celebrar el Triduo Pascual, y como consecuencia, la Semana Santa completa. Como normas litúrgicas hay que tener en cuenta que durante el Triduo pascual no se tocan campanas (suena la popular matraca), el Altar permanece despojado sin Cruz ni mantel desde la terminación de la Misa en la Cena del Señor del Jueves Santo y sin flores o muy escasas y el Sagrario permanece abierto y vacío. No suena la música y el coro, si interviene, lo hace "a capella". 



 El Viernes Santo y el Sábado según la oportunidad se guarda el sagrado ayuno de la Pascua que no tiene ya carácter penitencial. En la Vigila Pascual, por el contrario, todo debe rezumar alegría: se deben poner flores, alfombras, y a partir del Gloria suenan las campanas y los instrumentos musicales. Debe contrastar claramente la austeridad cuaresmal con la alegría de la Resurrección. 

 Desde el final de la Misa vespertina del Jueves Santo hasta la medianoche se considera reserva solemne. El Viernes Santo se da el culto habitual a la reserva eucarística y tras los Oficios se debe retirar la reserva de la veneración de los fieles y colocarla en un lugar privado. También se hace genuflexión a la Cruz desde los Oficios del Viernes Santo hasta la Vigilia pascual.

 Desde estas líneas invitamos a todos los católicos a participar en los actos litúrgicos de la Semana Santa, cada uno en su parroquia respectiva, Iglesia Penitencial o en la catedral. Ningún cristiano debe perder la ocasión de participar en los actos litúrgicos de esos días pues no hay mejor manera de celebrar el Misterio de nuestra salvación. Y al salir de los Oficios ¡A ver Cofradías