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sábado, 5 de septiembre de 2015

LA PUEBLA DE GUADALUPE

La Puebla de Guadalupe está situada eb la falda meridional del cerro de Altamira, ramificación de la Sierra de las Villuercas. Tiene 648m de altitud y desde su fundación ha sido  siempre tierra extremeña, adcrita en 1833 a la provincia de Caceres.



Todos los valles confluyen en el Río Guadalupe donde no hace mucho había peces de comer muy delicados, truchas finísimas y un sinfín de mamíferos de rivera.

La caza mayor siempre ha sido un importante atractivo y fuente de ingresos en la economía local.
El ciervo, el corzo o el jabalí representa el plato fuerte de las cacerías de temporada.

Miguel de Unamuno nos cuenta:

"...bajamos en medio de los mas espesos y mas frondosos bosques que en mi vida he gozado. Jamás vi castaños más gigantescos y mas tupidos.
Y nogales, álamos y alcornoques, robles, quejidos, encinas, fresnos, almendros, alisos junto al regato, y todo embalsamado por el olor de perfumadas matas"
las-villuercas
El pueblo guarda las esencias del esplendor más refinado de la Baja Edad Media española. Construido sobre criterios claros del buen vivir y cocebido desde el principio como habitación del Universo que siglo tras siglo se acerca al rincón guadalupense.

Lugareños y peregrinos de toda alcunia se hospedaban casi simultáneamente en las mismas casas.

Se sigue la clásica arquitectura enraizada sobre todo en los barrios judíos de los pueblos del norte de Extremadura, con los que está plenamente entrocada.

Los barrios evocan parajes medievales y las calles se adaptan a lo abrupto del terreno.
El piso bajo está dedicado a establos y otros oficios, las personas viven arriba.
Los materiales utilizados para su construcción son los tradicionales como adobe, madera y piedra.
Para la realización del entramado de pisos y soportales se utiliza la madera que es la base de la construcción.

De cuatro y cinco generaciones recuerda la memoria familiar una ancestral dedicación guadalupense. La tradición cuenta que se inició cuando pusieron las puertas de cobre del Monasterio. A raiz de tal acontecimiento y por la gran necesidad de los productos de este material se genera una industria que todavía cuenta con varios talleres locales.



Muchos objetos conservan los arquetipos utilizados desde la Edad Media, sobre todo el jarro que reposaba al lado del fuego siempre con agua caliente, y el cántaro para el agua fría. Vemos además calentadores, cazos, la caldereta para la leche, la chocholatera, el pote...


La Puebla de Guadalupe surge alrededor de esa pequeña imagen encontrada por el pastor y la pequeña ermita que se construye para adorarla y rezarla.

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