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miércoles, 4 de diciembre de 2013

CLAUSURA DEL AÑO DE LA FE EN GUADALUPE

MARÍA, MUJER DE FE

Los obispos de la provincia eclesiática emeritense han escrito una carta pastoral conjunta que lleva por título María, mujer de fe, santo y seña de esta peregrinación regional, que tendrá como precedentes las que se realizaron en 1906, para pedir el Patronato; por la Coronación, en 1928; la Visita apostólica del beato Juan Pablo II, en 1982, y la del I Centenario del Patronato sobre Extremadura, en 2007.



Presididos por don Santiago García Aracil, en calidad de metropolita, junto a sus hermanos obispos Amadeo Rodríguez Magro, de Plasencia, y Francisco Cerro Chaves, de Coria-Cáceres, hacia las 10.30 de una soleada mañana de invierno, los peregrinos llenaban las tres naves de la basílica, el atrio y la plaza mayor de Guadalupe. Llegada la hora, al centenar largo de jóvenes reunidos en el patio de los peregrinos, les dio la bienvenida el prelado de Coria-Cáceres; mientras que medio centenar de niños se reunía en el Auditorium con el obispo placentino. El arzobispo y los adultos que cupieron en la basílica fueron recibidos y presentados a la Virgen por fray Antonio Arévalo Sánchez, guardián del convento. Luego, don Santiago se dirigió al pueblo indicándole los motivos de la peregrinación a Guadalupe, corazón espiritual de los católicos extremeños.

Avivado ya el fervor necesario ante Nuestra Señora, fray Jesús Mª Tena González, párroco de Guadalupe, expuso el Santísimo Sacramento en la custodia, para la oración personal y la adoración —que mantuvo y reservó el padre Guardián—, a la par que el penitente se acercaba a confesar los pecados y recibir la absolución que le disponía a lucrarla Indulgenciaplenaria del Año de la fe.





La misa pontifical se inició a las 12.30, en el altar que se hallaba preparado en el atrio de la basílica. Concelebraron con el señor arzobispo, los otros dos obispos de la Emeritense; don José María Gil Tamayo, nuevo secretario de la ConferenciaEpiscopalEspañola; fray Joaquín Domínguez Serna, ministro provincial de la Bética; los vicarios episcopales presentes, el párroco de Guadalupe y casi dos centenarios de presbíteros, llegados en compañía de los fieles. El canto del pueblo, sostenido por la Coral Santa María de Guadalupe, estuvo dirigido por nuestro hermano Arévalo.

Tras la aspersión del agua bautismal, que hizo el obispo de Coria-Cáceres desde la primera grada del atrio, se tuvieron las lecturas y la homilía; luego se procedió a la solemne profesión de fe o Credo, mientras los peregrinos tenían en sus manos velas prendidas del cirio pascual y repartidas por algunos sacerdotes. Para la distribución de la sagrada comunión, los presbíteros tuvieron la escolta de la Real Asociaciónde Caballeros, los scouts católicos de Cáceres y otros grupos de voluntarios diocesanos.



Al acabar la misa, impartida la bendición por los tres obispos de la provincia eclesiástica, se cantó a la Virgen el himno Augusta, Reina de Extremadura, que compusieron en 1908 los seminaristas extremeños Honorio María Sánchez Bustamante (1886-1965) y Adalberto Delgado Aguilar (1885-1936).

Después de comer en la mesa de Cristo y reponer la energía que produce el alimento terreno, los peregrinos tuvieron la última cita con la Virgen en el mismo espacio de la misa, pues era imposible reunir a todos en la basílica. Correspondía a los jóvenes de Plasencia con su obispo dirigir esta oración, centrada en la figura de la Virgen Madre, solícita en las bodas de Caná, donde Cristo, a ruegos de María, anticipó su hora.




Los 160 autobuses que —según estimaciones fiables— habían subido de los pueblos extremeños a Guadalupe volvían a poner en marcha los motores para regresar a los lugares de origen. ¿Cuántos vinieron a Guadalupe para este evento interdiocesano? Es difícil calcular; pero desde el lugar que ocupamos en la celebración y teniendo el número de las obleas que preparó la sacristía en sesenta copones… es posible que allí hubieran unos 6.000 peregrinos. Aunque no era la Comunidad franciscana la que organizaba el encuentro, trabajó intensamente para que todo saliese piadoso y sin incidentes. En esa tarea siempre contamos con la Guardia Civil, el Ayuntamiento y sus obreros, los Scout católicos cacereños, las Damas de Santa María de Guadalupe y los trabajadores de la casa que siempre están al quite. ¡Gracias a todos y todos por ELLA!

Fuente Monasterio de Guadalupe

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